Escogí la puerta equivocada y aparecí en el jardín del infierno. Pinche puntería, carajo. No voy vestida para la ocasión.
Mi diadema de flores silvestres a lo Lana del Rey y el vestido bordado que me trajo él de Oaxaca desentonan con el gris de las mazmorras.
Qué manía tiene la vida con ponerme a prueba. He atravesado laberintos y volado aleteando los omóplatos, todo para nada.
Deambulo por este sótano interminable y no encuentro la salida porque las indicaciones están en hebreo y yo me apunté a Latín ¿Ves? Otra cagada.
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